El proceso de digestión inicia desde la boca, gracias a la acción de los dientes y la saliva. Los dientes trituran los alimentos con el objeto de que sean impregnados con la saliva, que al poseer las enzimas como la ptialina, que es una amilasa, es decir que hidroliza el almidón para conseguir glucosa, facilitan la digestión previa de los hidratos de carbono. También la sacarosa es hidrolizada por la saliva y convertida en fructosa y glucosa. Función que al llegar al estómago continua con el contacto de los jugos gástricos, dándole así mismo una mayor facilidad de manipulación y acceso, para digerirlos primero y después absorber sus nutrientes.
Las continuas preocupaciones y falta de tiempo, por las múltiples ocupaciones de nuestro día a día, provocan que cada vez demos menor importancia a este hábito, ya que de forma contradictoria las personas que mayor cantidad de comida ingieren, son las que menos mastican, y degluten la comida, sin disfrutar incluso el sabor. ya que en la lengua es donde se encuentran las papilas que nos permiten apreciar y disfrutar los sabores de lo que ingerimos,
La saliva es un líquido de carácter ácido, con un PH de 6.35 a 6.85 unidades, que actúa como vía de excreción para muchas sustancias, continuamente humedece y limpia los dientes y las membranas mucosas de la boca. Esta constituida en un 99.50% por agua y un 0.50% por sales como Cloruro de Sodio y potasio, gases (oxigeno, nitrógeno y dióxido de carbono y substancias orgánicas como proteínas, enzimas y moco.
Si el alimento se retiene en la boca el tiempo suficiente y se tritura lo mejor posible, tiene una doble función podrá realizar mucho mejor su función predigestiva (con una mejor asimilación de los nutrientes) y el placer de saborear más y mejor los alimentos.